Rumbeando desorientada, para variar. Sin definir eso que llaman amor. Con esas dudas que te carcomen el alma, pero seguís por la inercia misma del tiempo. Por como dice una canción "la costumbre es más fuerte que el amor"
Hasta que sin querer, te cruzaste.
No quise verte. Quise negarte, intenté mentirme. Pero no fui tan ingenua esta vez.
Me hice entender todas esas cosas de las que hablan las canciones, las películas cliché y todas esas cursilerias que denominaba baratas.
Y de baratas no tienen nada. ¿Qué más rico qué sentir todo esto?, ¿qué más gratificante que tener el corazón repleto de amor las veinticuatro horas del días?.
Ojo, no todo es color de rosa. También conocí el miedo. Descubrí ese "ay, que hago sin él". Esa incertidumbre si no estuviéramos juntos.
Conocí a un hombre disfrazado de pibe, que es un luchador nato sin querer y sin darse cuenta, al idealista, que a veces se le chispotea pero tiene sus convicciones firmes, al que dice y se contradice pero cuando abre la boca... agarrate, no se le pasa una.
Conocí el cielo. Y no necesito nada más.

Conocí el cielo. Y no necesito nada más.
